Ácido Hialurónico

Hoy en día en los tratamientos faciales buscamos resultados naturales y cambios sutiles que nos hagan recuperar juventud sin que los demás lo noten.

El ácido hialurónico tiene la capacidad de atraer y retener agua. Consigue inmovilizar las partículas de agua brindándole turgencia e hidratación en nuestras células.

Participa en la regeneración celular por lo que su aplicación estimula este proceso. Contribuye a la regeneración de la epidermis, los tejidos conectivos y los tejidos articulares. También tiene efecto acumulativo: a partir de la tercera sesión se podrá ir espaciando y necesitaremos cada vez menos producto.

El tratamiento es totalmente reversible, lo que hace que perdamos el miedo a que no nos gusten los resultados.
El ácido hialurónico es una sustancia presente de forma natural en nuestro organismo que se localiza sobre todo en piel, tendones y articulaciones, y que se ha convertido en una verdadera revolución en el tratamiento de las arrugas y el descolgamiento facial.
Se puede aplicar a cualquier zona facial que tenga alguna imperfección.

En los pómulos, por ejemplo, se busca modelar el contorno facial, aportar volumen y dibujar formas más naturales.

En los labios, cuando los percibimos demasiado finos o indefinidos o bien que estén poco perfilados. En estos casos la solución más efectiva, en estos momentos, son los tratamientos con ácido hialurónico.

El surco nasogeniano y las líneas que se dibujan alrededor de la boca dan un aspecto cansado. Con el ácido hialurónico eleva las estructuras reponiendo volúmenes, corrigiendo imperfecciones y difuminando las arrugas.

Es un material reabsorbible: su duración es de 9 a 12 meses.
CERRAR
La epidermis es la capa externa de la piel que vemos y tocamos, y constituye la barrera más importante del cuerpo a los factores externos coo toxinas bacterias y pérdida de líquidos. ​ Su grosor varía desde un mínimo de 0,1 mm en los párpados, a un máximo de 1,5 mm en las palmas de las manos y en las plantas de los pies.

La epidermis se compone de 4 o 5 capas, dependiendo de la región de la piel.

La cantidad y distribución de la melanina, el pigmento presente en la epidermis, es la razón principal de la variación del color de la piel en las personas. La melanina se encuentra en los pequeños melanosomas. El número, tamaño y organización de los melanosomas varía en los diferentes grupos raciales.
Los tejidos conectivos son un grupo de tejidos muy diversos y muy extendidos por todo el cuerpo, que comparten funciones de relleno (ocupando los espacios entre otros tejidos y entre órganos), y de sostén del organismo (constituyendo el soporte material del cuerpo).

Lo encontramos en los espacios entre órganos por ejemplo entre la piel y los músculos, rodea a los vasos sanguíneos, a los nervios y a muchos órganos, forma el estroma de órganos como el riñón, el hígado, glándulas, gónadas, etcétera. Y también es el tejido que forma los tendones, los ligamentos, la córnea y la dermis.

Están formados por:

- Fibras de colágeno (proporcionan resistencia a la tracción), de elastina (proporcionan elasticidad) y de reticulina (proporcionan unión a las demás estructuras).

- Células bastante separadas entre sí. Se denominan con la terminación “-blasto” cuando tienen capacidad de división y fabrican la matriz intercelular y con la terminación “-cito” cuando pierden la capacidad de división.

- Matriz intercelular de consistencia variable que rellena los espacios entre células y fibras y constituida por agua, sales minerales, polipéptidos y azúcares. La consistencia de la matriz determina la clasificación de los tejidos conectivos.
Los tejidos articulares son aquellos que permiten la unión entre dos o más huesos, como el cartílago, la membrana sinovial, los ligamentos o los tendones, entre otros.